Richard Thaler, Premio Nobel de Economía 2017, en su libro Nudge explica la diferencia entre los humanos y los “econs,” seres ultra-racionales que parecen personas pero que no cometen los errores que las personas cometemos ni toman las decisiones que las personas tomamos y que muchas veces violan la racionalidad, el sentido común y hasta la búsqueda de nuestros propios intereses.
Thaler dice que las personas, para calificar como “econs” no necesitan poder predecir perfectamente, eso requeriría omnisciencia e incluso los modelos más ortodoxos no llegan a esos extremos. Lo que sí necesitan es poder hacer predicciones no sesgadas, es decir, las predicciones pueden estar equivocadas, pero los errores en dichas predicciones no están sistemáticamente cargados hacia un lado u otro, sino que están distribuidos aleatoriamente alrededor del resultado correcto.
Esto quiere decir, a su vez, que el proceso de cometer errores debería ser capaz de permitirnos observar, recalibrar, y como consecuencia aprender.
Lo interesante es que los datos nos dicen que las personas sí tendemos a cometer errores en nuestras predicciones sistemáticamente sesgados en una dirección en particular. Parecería como que no aprendemos, por más errores que cometemos. ¿Deberíamos entonces abandonar completamente la idea de racionalidad humana?
Una posible explicación que no desvalida la idea de racionalidad es que los seres humanos sí aprendemos, de hecho aprendemos muy rápido, demasiado rápido tal vez. Los seres humanos, parece, aprendemos a la primera.
Cada experiencia que tenemos nos marca, y nos lleva a formar una perspectiva, sumamente rígida a veces, de la realidad a nuestro alrededor. Por eso con frecuencia nos encontramos (o vemos a otras personas) intentando algo, exactamente de la misma forma que en el pasado no dio resultado, y con la expectativa de que esta vez será distinto. Alguna vez funcionó, o pareció funcionar, y nunca más cuestionamos nuestro proceso de toma de decisiones, por más que los resultados no son los que deseamos—así abordamos problemas, retos, relaciones etc. Para nuestro pesar, “aprendimos” y ahora no podemos escapar a nuestro aprendizaje.
De acuerdo a esta visión del ser humano, lo que necesitaríamos para trascender nuestros sesgos no es un proceso de aprendizaje sino de desaprendizaje. Sólo el poder cuestionar, retar y en su caso desechar nuestras nociones preconcebidas sobre un tema, nuestra perspectiva sesgada y rígida que viene de quién sabe dónde y de quién sabe cuándo, podremos recalibrar tras nuestros errores, y aspirar a ser no “econs”, pero sí seres humanos que podemos crecer y mejorar.